jueves, 8 de mayo de 2014

EL CUADERNO VERDE de JOSÉ (Pepe) GORDON, en REFORMA:





El cuaderno verde
Sueños inmortales
Pepe Gordon


En la película Trascendencia (2014), Johnny Deep interpreta a un científico experto en inteligencia artificial. En una conferencia que se lleva a cabo en el auditorio del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) desgrana los avances en su campo de estudio: el crecimiento de la inteligencia es exponencial (se duplica cada año). Plantea que están trabajando en máquinas que sobrepasarán los límites de la biología. En breve tiempo su poder analítico será mayor al de la inteligencia colectiva de todas las personas que han nacido en la historia del mundo.

A ese momento de explosión de conocimiento inimaginable -explica el científico de película- se le denomina la Singularidad. Él le llama Trascendencia y propone que las construcciones de la inteligencia artificial, que van más allá del cerebro humano, podrían llegar a ser sensitivas. De esta manera, revelarían secretos del universo en torno a la naturaleza de la conciencia y la existencia del alma. Un espectador cuestiona el anhelo de la neurociencia de crear un dios. Forma parte de un grupo anti-tecnológico que trata de frenar este tipo de investigaciones. Al finalizar la conferencia el científico sufre un atentado.

Ante la inminencia de la muerte, la pareja del investigador -también científica- decide poner a prueba unas máquinas experimentales que tal vez ya están adelantadas a la Singularidad. Vemos a Johnny Deep con electrodos que registran su actividad cerebral, la duplican digitalmente y la descargan a una computadora. Así como se pueden transferir canciones y películas en una laptop, tratan de "subir" a un aparato su memoria, su conocimiento, su experiencia, en suma: su conciencia. Las incógnitas son múltiples: ¿Al morir el científico, en verdad está en la máquina o sólo es un simulacro de conciencia? ¿Qué pasa si no se transfiere una memoria clave? ¿Puede esa conciencia extenderse por Internet como la peor pesadilla de Snowden? ¿Qué ocurre con el amor a la pareja que se queda atrapada en una máquina? (Tema tratado espléndidamente por Ricardo Piglia en la novela La ciudad ausente, 1992)

Al margen de que científicos de la talla de Roger Penrose piensan que la mente es irreductible a ser computarizada, el personaje de la película está basado en alguien que cree que esto es posible. Se trata de Ray Kurzweil -experto en inteligencia artificial- quien acuñó el término Singularidad y propone que el crecimiento exponencial en tecnología nos llevará a ella en el año 2045. Kurzweil es un gran inventor, pionero en el reconocimiento óptico de letras y en el reconocimiento de voz por computadora.

Tal vez el sueño de inmortalidad que investiga Kurzweil está vinculado con la experiencia de la muerte de su padre a los 58 años. En el documental El hombre trascendente (2009), Kurzweil se resiste con dolor a aceptar la inevitabilidad de la muerte. Piensa, quizás de manera infantil, que una combinación de avances tecnológicos y médicos podrían llevarnos a una especie de tecno-inmortalidad. De hecho, señala que algún día, su padre -un compositor cuyo genio fue truncado- podría de alguna manera renacer. Kurzweil ha guardado meticulosamente toda la música, cartas y documentos escritos por su progenitor para "subirlos" a una máquina, junto con el rastreo de las huellas del ADN y las memorias que aún conservan los cerebros de quienes lo conocieron.

Preservar nuestra mente más allá de la muerte parece una desproporción. Sin embargo, en otro tipo de "máquinas", las del arte y la novela, he visto el prodigio de trozos de conciencia que se resisten a desaparecer como si estuvieran vivas.



pepegordon@gmail.com

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