lunes, 31 de enero de 2011

BRAULIO PERALTA: Epistolar incisiva en su columna de hoy en MILENIO:


31 de enero 2011

Carta civil

Don Juan Sandoval Íñiguez: escribo desde su condición de persona civil, no desde su jerarquía católica.

Verá usted: mi intención es informarle de los crímenes de odio por homofobia que se han venido dando los últimos días de enero, en África y América Latina. Pensará que son noticias que no tienen nada que ver con usted, pero si termina esta misiva le aseguró que no le quedarán dudas.

El presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, se ha comprometido contra esos crímenes de odio por homofobia, al igual que la secretaria de Estado, Hillary Clinton. Obama dijo hace unos días:

“En casa y en todo el mundo, las personas de la comunidad gay siguen siendo objeto de intimidación inadmisible, discriminación y odio”. Se refería al asesinato en Uganda de David Kato, un activista gay de “una tremenda valentía demostrada al hablar contra el odio. Él era un poderoso defensor de la libertad”. Pero también se refirió a los últimos cinco asesinatos de gays en Honduras, este año.

Le explico, Don Juan, por si no estuviera enterado: David Kato apareció muerto en su casa, víctima de martillazos en todo el cuerpo. El mensaje de Hillary Clinton es claro: “Estos crímenes son un recordatorio de la generosidad heroica de las personas que promueven y defienden los derechos humanos en nombre del resto de nosotros, y los sacrificios que hacen y cómo se reflejan en sus vidas…Los derechos humanos de las personas no pueden separarse de los derechos humanos de TODAS las personas”.

Don Juan: Justo como persona, como civil es que me atrevo a dirigirle esta carta pública.

Don Juan: Usted sabe que sus palabras siempre son tomadas en cuenta. No creo ser ingenuo al pedirle que reconsidere sus declaraciones contra los homosexuales, lesbianas, transexuales o travestis. No, porque usted sabe que, en la historia, cuando la Iglesia católica se pronuncia contra los gays —después de declaraciones homófobas— desata pasiones en gente irracional que toma la palabra de sus prelados y actúa como el brazo armado de la institución. Hay pruebas de lo que escribo a lo largo de los siglos.

Desde el golpe de estado en Honduras, en 2009, así viene ocurriendo. O en Costa Rica, donde la Iglesia católica y evangelista discute si los gays tienen o no derechos civiles. O en El Salvador...

Por eso, don Juan, como civil, recapacite y cambie sus palabras contra los gays.

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